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El amoroso cultivo de los defectos personales: 5 poemas de Giovanni Bello

Hay un río que corre paralelo, sin poder tocar la orilla infinita de lo real. Detrás de todo efluvio verbal se manifiesta la violencia: tiene nomás su arte el especular sobre las ficciones de lo cotidiano. Quisiera saber cuál es el signo zodiacal de los animales más callados.


A veces hay que hacer distintas capas con la vida, exhumar la imagen inmóvil y aun reconocible de las cosas mismas. En eso mi madre y Foucault tenían razón a medias: la verosimilitud es un juego de villanos.

La traición propia es un animal que viene formado de agua y está preñado de fuego. Quiero asestar un golpe contundente a mi primer mundo sin declinar mi derecho al ejercicio de lo nuevo. No debemos dejar que la rabia adolescente nos vuelva a abandonar. No debemos perder el fanatismo por bandas argentinas que ya no tocarán nunca.


¿Desde cuándo el ímpetu se convirtió en patrimonio de la retaguardia? Quiero ver cómo se quema la endeble arquitectura de los conciertos, sentir complicidad con las cosas que se derrumban.





Volver al lugar conocido sin reconocerlo; que el mundo sea azul como una naranja. Andar oteando en las luces enceguecidas de las certidumbres, colmar de besos el último panal. Cada quién tiene el algoritmo que se merece, cada quién se entrega a la dicha con su mejor disfraz. Solo quisiera poder reconocer admonitoriamente la ola del lenguaje, no dejar pasar la unicidad de su fluido.


A veces quisiera ser un fanático enceguecido, volver a conocer el mundo a través de las biopics sobre Kurt Cobain. Llegar hasta aquí no ha sido fácil, que al menos el llamado de la selva no sea por cobro revertido.





Lo humano es un puñado de gestos inacabados, naturalmente ajenos a la mezquindad de nuestros actos cotidianos. Somos animales fenomenológicos extraviados en los escaparates de las confiterías: la educación musical de los sentimientos y esquelas en braille en las vidrieras encendidas.


¡Libertad para los presos y fruterías libres para los estudiantes pobres! La felicidad está en un punto ciego entre las razones más genuinas.





Amamos con pasión los rostros que al mismo tiempo nos causan terror. Cede el estado lírico a la aventura del pensamiento. Quiero escribir un cuento que comience con un dolor de muelas, pero de las muelas del alma. Somos animales cautivos en el reflejo de un espejo interno.


La aversión merodea nuestra casa como un perro amarillo. Corren las aguas discursivas bajo los puentes de las sedes parlamentarias. Hay que poner a prueba la unicidad de todos los objetos; el aura flagrante de mi hamburguesa doble con queso.




de El amoroso cultivo de los defectos personales

Giovanni Bello (Bolivia)Tiene publicados tres pequeños libros de tiraje corto. Autoeditó varios fanzines de gráfica y poesía. Actualmente es doctorante en Historia en Stony Brook University. El amoroso cultivo será publicado paralelamente en Perú y Bolivia el año entrante.




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