Para que cambie el paisaje: cinco poemas de Natalia Rojas
reina la mar, reina la orilla, reina una ida, reinan las piedras yéndose, reina lo que va a desaparecer: estoy en la playa y un perro juega con lo perdido
hube de crear hilo comienzo fue
de un follaje río de la noche
hube de crear lluvia para que la miraras
asirte en ese verbo
el límite va de prisa
se arroja al fuego
al clima secreto
hube de estar frente al río
vistió de noche
hice yo de nudo
viejo que mata
así hube de crear
nido breve roto
(el vuelo se entera
te florea lo solo)
hube de crear instancia que arrastra
piedras de una ribera sin noche
espectral como detrás
del rayo
toda la llanura dibujada por mi voz
matérico el espacio que no se resigna
la hilera aparece como sombra
sombra: no significa ausencia de luz
es otra visión hecha por los ojos cuando se cierran
otra piel del paisaje donde nacen huesos
rizomas visiones orgánicas
llenas y sin límites de ese color ausente
por sobre la tierra
la humedad: lo que brota
por sobre lo bajo
raíz rasante se oye hundir y aparecer
son las imágenes que debemos estar atentos a olvidar
para que cambie el paisaje
para que el ave de río anide
para que la aurora no sea materia
de la noche ni de la tristeza
por las tardes la casa exige quitarse el peso de encima, hierve el fuego, pues el fuego es materia del agua, es pensamiento en este mundo alterno. los cabos sueltos se ordenan en ritmos, graznidos de colores, en náufragos de la vastedad
cuando escribo aquí, pienso en el escenario, en el hemisferio donde ocurrió esto. la escena es un puzle y las partes se miran desamparadas, el trazo que las une son estos poemas anudados por un centro ceñido de agua y fuego, así que la hablante, montarás, retraída observa todo, a salvo del agua, a salvo del oxígeno, sin combustión ni letra. a ella, la altura le dota una cuerda, de pronto entre sus manos, como el vacío que hacen dos nombres frente a frente, alza esa cuerda y logra un nudo. el nudo hondea y resplandece al viento. hay una palabra avivada entre las flores secas. las palabras también son semillas que el pájaro caga, cuando cagar es sembrar: el viento mueve la semilla y la semilla con el tiempo es una flor con cara de árbol con mano de espina
Natalia Rojas (Melipilla, 1983). Teje, planta y escribe. Publicó "Pedernal "(2011) en coedición Chile-Argentina por Cuadro de Tiza y VOX Ediciones. Sus poemas aparecen en revistas virtuales y fanzines y en antologías como "Entrada en materia: 17 poetas jóvenes chilenos" (Altazor, 2014) y "Del caos a la intensidad: vigencia del poema en prosa en Sudamérica" (Hijos de la Lluvia, 2016).