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Paraíso Gourmet: Cinco relatos de Eliana Soza Martínez

PARAÍSO GOURMET

Todas las noches pasaba por aquel restaurante que estaba camino al lugar donde dormía. A través de los ventanales veía cómo gente muy elegante comía deliciosos manjares, mientras conversaba y reían; las copas también iban y venían, todo un paraíso gourmet. Muchas veces tuvo la tentación de hurgar en su basura, tal vez encontraría algo de aquellas exquisiteces pero tenía miedo.

Una noche sucumbió en la tentación y fue en búsqueda de su contenedor. Alguien salió por la puerta trasera, él pensó que lo echarían a patadas, pero fue recibido con una sonrisa y una invitación a pasar, le prometieron comida caliente, con la condición que se bañara. Lo hizo a regañadientes, iba a cumplir un deseo por mucho tiempo ansiado.

Limpio y cambiado, le hicieron sentar en una mesa. Cuando trajeron por fin la comida, al levantar la bandeja sus ojos se desorbitaron al ver dedos humanos servidos en un plato muy elegante.

Dio un salto, pero ya era tarde una mano tapó su boca y su nariz con algo que olía profusamente a un aroma dulzón y así en segundos perdió el conocimiento.

¿AMOR?


− No te entiendo ¿cómo puedes seguir así?

− Pues, para que lo sepas, es lo mejor que me ha pasado.

− Es una locura, ni me lo puedo imaginar

− Lo que pasa es que tú no la conoces y no sabes cómo funciona.

− Ni si quiera es necesario, la cosa es que no es real.

− Para mí lo es, es lo más real que he sentido desde hace muchos años.

− No puedes amar a una imagen en un aparato.

− La cosa va más allá, juntos vamos a pasear, al cine, charlamos de nuestros sueños.

− Ni siquiera la puedes tocar.

− No entiendes que lo nuestro va más allá de tocarnos, es un sentimiento mucho más profundo.

− ¿Qué sentimiento? Ella no puede sentir, ni siquiera sé qué es exactamente. No es una mujer.

− Se llama Kyoto y me ama, lo puedo sentir, además lo demuestra todos los días.

− A ti y a otros millones de raros que juegan este absurdo juego en Internet.


− No tengo celos, lo que tengo con ella es especial, ella me conoce como nadie.

− Te conoce, como lo hace el Facebook, tu correo electrónico o tu celular.

− ¡Basta Alejandra! No me vas a hacer cambiar de opinión. Estoy enamorado de Kyoto y listo.

− Bueno Hernán, pensé que yo lo estaba de ti, pero ahora me doy cuenta que tú no sabes amar de verdad. Espero que tu nuevo amor con un ser de inteligencia artificial sin cuerpo dure más que el nuestro.

− ¡Ay Alejandra! Mejor te desinflo porque si no, no te callarás nunca.

EZEQUIEL

Ezequiel disfrutaba el ocaso en aquella campiña tan diferente a la ciudad. Sintió que la obscuridad llegó como si un manto negro hubiera caído repentinamente. Ahora, la tenue luz de la luna menguante daba al paisaje un halo tétrico. Apuró el paso hacia su alojamiento.

De pronto, divisó un bulto al margen del camino, al acercarse vio un cuerpo descuartizado, al que le faltaba la cara, los intestinos florecían sobre su abdomen y la sangre formaba un charco profuso en la tierra.

Sintió su corazón desbocarse y una arcada formarse en su garganta. Corrió pensando solo en ponerse a salvo. Lo que le esperaba era peor; encontró, a cada paso, cientos de cuerpos tirados a la vereda del camino, todos expuestos de la misma forma que el primero.

Caviló por un segundo, quién o qué pudo hacer aquello y el terror se apoderó de él. Al intentar volver sobre sus pasos vio una niña de rostro arrugado, con ojos desorbitados relamiéndose la pequeña boca ensangrentada.



DISFRACES

A los ocho años esperaba Hallowen para vestir como mis súper héroes favoritos. Disfrutaba usar cada una de las prendas: capas, mallas ajustadas y antifaces. Todo escogido con cuidado y detalle. Mi madre me apoyaba en aquel obsesivo deseo que planificaba desde septiembre, yendo tienda por tienda buscando lo mejor de lo mejor.

Ahora viéndome en este cuarto obscuro y hediendo no creo que ella estuviera orgullosa. Menos que aprobara mis anhelos de vestir como cualquier mujer de la calle. Ya saben con cabellos dorados reales sin tintes, uñas naturales hábilmente pintadas y lo más importante pieles tersas de adolescentes vírgenes.


EFÍMERA MAGIA

Las risas de los niños lo sacan de su ensimismamiento, recordando su época de gloria cuando actuaba en teatros repletos y era un mago respetado. Ahora ya viejo, su show simplemente debía continuar.

Decide nombrar a un niño su asistente, salvándolo del acoso de otros chicos. Era algo que hacía todo el tiempo, reconocía al niño más tímido, al que los demás molestaban o al que veía más triste y lo llenaba de elogios por ser tan buen ayudante de mago.

Volvía por necesidad a trabajar en cumpleaños, porque hacía mucho ya que había perdido sus poderes. Ésos que un día aparecieron, en una fiesta como ésta, en el truco de desaparición de la paloma, cuando un niño pidió que la transformara en conejo. Él sabía que no podía pero siguió el juego, invitó a una niña de ojos tristes para que le ayudara. Pensó que si sacaba la mano en forma de cabeza de conejo, todos reirían, pero después de decir las palabras mágicas, de hacer soplar tres veces a la pequeña, de bailar junto a ella una danza excéntrica, un conejo vivo apareció para sorpresa de todos y de su propia perplejidad.

No pudo repetir el truco en su cuartucho, pero en las siguientes fiestas le salían los trucos más locos y mágicos. Pronto se hizo rico y famoso, pero también egoísta y ambicioso, ya no tenía paciencia con los niños y no iba a ninguna actuación sino le pagaban y lo atendían como a una estrella. Dejando así, atrás la verdadera magia y la bondad que lo habían llevado a cumplir su sueño de ser el mejor mago del mundo.

Ahora con el cabello encanecido, un rostro arrugado, con un show gastado y algo aburrido trata de complacer a su público. Como un déjà vu otro niño pide un truco que no hayan visto nunca.

Él acepta, siempre le queda sacar la mano en forma de conejo y pretender que hizo aparecer un animal orejudo. Dice las palabras mágicas, hace soplar tres veces a su asistente, le entrega la varita mágica, le pide que haga un movimiento en ondas y humo espeso sale de ella cubriendo al mago completamente. Mientras la niebla mágica se desvanece y el ¡oh! de los niños termina, el mago hace su mayor truco: desaparece frente al asombro de su público más pequeño.





Eliana Soza Martínez (Potosí – Bolivia) En 2017 participa en la “Antología Iberoamericana de Microcuento” compilada por Homero Carvalho. En 2018 es parte del libro colectivo “Armario de letras” de la Editorial Caza de Versos de México; también del libro “Sombras en la Obscuridad” de la REED Potosí (Red de escritores Potosinos). De mayo a Julio, seis microcuentos son seleccionados para su publicación en la Revista española Historias Pulp "Paradojas" y “Onomatopeyas”. En Junio publica su primer libro de cuentos “Seres sin Sombra”. En Julio junto a la Editorial Soy livre publica la antología de cuentos de terror “Macabro Festín”. Sus cuentos fueron publicados en revistas literarias de México, Argentina, Chile y Colombia.


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