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Ella es una skinhead motorizada: novela de Iván Gutiérrez (fragmento)

Camilo Lombardo pasó aproximadamente cinco años en la cárcel. Cuando obtuvo su libertad apareció en la calle cruzándose con gente de una ciudad desconocida. Caminó durante horas tratando de reconocer alguna pista que le permita situar en su memoria qué le había pasado durante todo ese tiempo. Se sentó en la banca de una plaza y trató de recordar la casa de algún conocido, de alguien que pudiera darle la información necesaria para volver a su país. Lo último que recordaba era la noche y la energía que había logrado conseguir cuando intentaba escapar de sus cazadores. Solo al final, cuando comenzaba a amanecer, fue capturado y entregado a uno de los grupos de paramilitares.


Recibió un golpe en las costillas y fue depositado en un camión que parecía ambulancia. En el interior del vehículo le inyectaron un químico y se desmayó. Estuvo dormido mucho tiempo; nunca supo si fueron horas o días. Despertó en un calabozo y un día, sin aviso alguno, fue dirigido a una celda. Estaba obligado a convivir con una serie de hombres que a veces a media noche eran sacados de las jaulas. Algunos volvían llenos de cicatrices en el cuerpo, a otros ya no los volvía a ver.


Con dificultad logró ubicar una de las casas que frecuentaba antes de su captura. Tocó la puerta, le abrió una mujer de unos cuarenta años. Él la reconoció, ella tardó en ubicar de quién se trataba, pero logró hacerlo, solo al final, cuando el silencio estaba a punto de quebrar a Camilo, de arrojarlo nuevamente a ese mar de calles desconocidas. La dulzura de su apellido, letra a letra, le recobró una sonrisa de dimensiones que en mucho tiempo no se había dibujado en ese rostro.


Lorena fue su compañera del partido, se salvó porque obedeció a una intuición que tuvo y decidió irse unas cuantas horas antes que ellos, que los otros que se habían quedado en el viejo departamento del centro de algún país, del mismo continente en el que se encontraba ahora, con el mismo olor a pólvora. Le contó sobre lo que había pasado los años posteriores, todo se había acabado con la misma facilidad y rapidez con la que había empezado; del resto no sabía nada, absolutamente nada. Alguna vez escuchó que unos terminaron muertos y otros hicieron una nueva vida cruzando de nuevo el océano. Ella estaba casi segura que él no había sobrevivido, pero no se lo dijo. En cambio mintió, pero sin mirarle a los ojos, extendiendo los brazos para apretarlo, para sentirlo, pensando si no era alguna trampa pues, si bien todo había terminado, escuchó que todavía había algunos grupos de inteligencia que se encontraban trabajando por su parte. Lo abrazó para sentirlo, para, de una vez por todas, quitarse de la cabeza la idea de que estaba muerto.


También le dijo que estaba casada y que amaba al esposo, que, aunque pertenecía a una familia muy acomodada y con tradición de estar en el poder, el tipo era muy diferente, “no se había contaminado”. Camilo bebió la taza de té con calma, escuchando la voz de Lorena, tratando de volver en el tiempo, de viajar cinco años, sesenta meses, mil ochocientos veinticinco días, cuarenta y tres mil ochocientas horas, recorriendo escenas que probablemente jamás pasaron y que fueron reconstruidas por chismes de gente que no conocería nunca. El tiempo que había permanecido en las jaulas significaba que, para su familia Camilo Lombardo ya no existía, era un desaparecido, una leve tormenta de recuerdos fugaces, como los buenos momentos de un jugador de fútbol retirado.


Lorena le preguntó qué pensaba hacer. Una pregunta que llenaba de arena sus orejas porque, hasta ese momento, no lo había pensado. O sí lo había hecho, pero solo por la urgencia de sentirse fuera de la jaula. Le tocaba pensar en serio, enfocar realmente su situación; no tenía dinero ni conocía a alguien, con suerte sabía que Lorena era real, y ni siquiera tenía la idea exacta del lugar en el que estaba. Cuando le preguntó dónde estaba, ella simplemente llevó su mano a la boca, se quedó en silencio y fue al baño por unas toallas, le dijo que se dé un baño y respondió la pregunta cuando Camilo llegó a la puerta de la ducha. Camilo sonrió porque se dio cuenta que todos sus compañeros de la jaula habían perdido la apuesta, no estaban en ningún país de África, ni de Europa, ni de Centroamérica; estaban en Bolivia. Los guardias de las jaulas constantemente les decían que habían sido llevados a otro país, algunos reos efectivamente habían sido traídos de afuera. Para confundirlos, cada cierto tiempo les inyectaban algo que los hacía dormir y cuando despertaban simplemente aparecían en otras jaulas. Separaban al grupo, a algunos los llevaban a los calabozos y a otros los llevaban a campos abiertos completamente aislados. A los demás los dejaban en la rutina de las jaulas y los descansos.


Cerró los ojos y dejó que el agua lo embriague, lo desmaye como si fuera la llave mortal de un luchador. Tardó como una hora y no pensó en nada. Al cerrar la pila se quedó congelado en el espejo: era primera vez, después de cinco años, que tenía el tiempo suficiente para verse de nuevo; estaba desnudo, solo y tranquilo.




de Ella es una skinhead motorizada

Editorial 3600

2018





Iván Gutiérrez Moscoso (Bolivia, 1988). Estudió filosofía y letras en la universidad Católica Boliviana San Pablo. Ha sido becado en la maestría de Comunicación Corporativa con la especialidad en periodismo de la universidad Europea del Atlántico de Santander España. Ha ganado el premio nacional Noveles Escritores 2009 con la novela “Laura se ve hermosa así” siendo parte del plan de lectura escolar desde el año 2010. Ha publicado la novela “El pulpo” en la editorial Gente Común el año 2012. Ha publicado la novela “La fogata” en la editorial Plural el año 2014. Ha sido uno de los ganadores del concurso de poesía juvenil Torre de Papel el año 2012. Ha sido parte de la antología de cuentos de escritores menores a 30 años el año 2012 publicada con la editorial Correveidile. Ha fundado la revista de literatura y arte “La pierrot” el año 2007. Ha escrito la obra de teatro “Los colores de los pájaros” puesta en escena el año 2016. Escribe para “La lengua popular” del suplemento cultural La Ramona del periódico Opinión. Su primera novela está siendo adaptada al cine. Además de colaborar en diferentes revistas y fascículos culturales. Dicta la materia de escritura creativa en la Universidad Católica Boliviana San Pablo.

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