Tengo peces en las manos : poemas de Nicolás Peña Posada
POEMA PESIMISTA DE LA INFANCIA
El primer perro que tuve lo mató otro perro
el segundo perro que tuve lo atropelló un camión
luego el hombre del camión se bajó
y le pegó una patada en el centro del alma:
yo lloré nubes grises en el baño
y estuve todo el día con un retorcijón
de murciélagos en el estómago
para no tener más perros me regalaron un pescado
Antonio le pusimos con mi hermana
y mi mamá sin culpa al segundo día
lo quemó al cambiar el agua de la pecera
Le hicimos una pequeña tumba al lado de los dos perros
Después de ese día no volví a tener perros ni pescados
mi mamá me dijo que tuviera todos los amigos imaginarios que quisiera
y yo me hundí en la tierra a hablar con los muertos.
SEGUNDA BALADA TRISTÍSIMA DEL CAMINANTE
Llevo caminando kilómetros de perros
y ningún amor se quema en las venas
Crecen manchas negras en los zapatos
y en los bolsillos se asfixian las polillas
que arrastró el polvo hasta mi lunes
Todo esto sobre mí es un augurio del destierro:
las líneas borrosas de los aviones
las nubes mordidas por el viento
un brillo de sol agotado que limpia las ventanas
y no seca las lágrimas de las estatuas
que otra vez pierden el bus para la casa
Tengo un dolor en cada punto cardinal del corazón
Si fuera por perder
yo ya habría sido el primero
No llegar a ningún lado
también hace parte de mi repertorio de canciones.
BALADA TRISTÍSIMA DEL MAL ACTOR
Siempre soy el extra de mi propia vida
hasta en mi cumpleaños
aparezco al final de la foto
detrás de todos los invitados que no conocía
y nunca alcanzo a comer ponqué
ni a soplar las velas de mis treinta años
Solo he hecho papeles de árboles y de montañas
y una vez me pusieron de tapete
porque supuestamente tenía una espalda suave
Yo que imito perfectamente a Clint Eastwood
que tengo la elegancia de Marlon Brando
y el copete de James Dean:
¿por qué siempre seré al primero que matan?
¿por qué la ropa siempre me quedará grande
nunca tendré las zapatos bien embetunados
y me darán la camisa descosida y sucia
que usaron para barrer el set?
Nunca seré el protagonista de ninguna película
ni besaré a Mónica Bellucci en la mano
mientras nos reímos de los actores secundarios
para mí solo hay papeles de máximo cinco minutos
donde no puedo decir nada ni mirar a la cámara
y salgo con un pasa montañas y la cabeza agachada
ahogándome en el monólogo del piso
Siempre soy el extra de mi propia vida
nunca harán un primer plano de mi rostro
ni de mi tobillo que es tan delicado
no tendré nunca un diálogo
con la segunda amante del protagonista
que lleva veinte escenas sin aparecer
Siempre soy el extra de mi propia vida
y eso que ya están contratando a alguien más
para que haga las veces de mí en las comidas familiares
allá atrás en la mesa donde están los peluches de los niños
que miran tristemente la sopa enfriarse.
de “Poemas pesimistas baladas tristes y otras estúpidas canciones”
MUY POCAS VECES ESCRIBO POEMAS DE AMOR
PORQUE MUY POCAS VECES HE AMADO
A la niña de ojos ceniza
que me miraba desde el pupitre
al otro lado del salón:
de la vida
De niño le escribí un poema a una niña
en el cuaderno de matemáticas
con mala ortografía
y dientes chuecos.
Le escribí un poema de amor
al lado de las sumas las restas
y la cara cuadrada de la profesora
que dibujé con un lápiz mal tajado.
Escribí un poema
que decía algo tonto sobre sus ojos salidos:
gusanos de tierra
sexo virgen de margaritas quemadas
y su falda que parecía un trapero del cielo
barriendo todo el polvo de mi corazón.
Le entregué el poema en el recreo
mientras ella cantaba las Spice Girls
yo me comía las uñas de los pies
que pasaba con la limonada agria
de todos los lunes.
Lo escondió en la billetera
junto a una foto de sus padres
y a veces lo leía antes de acostarse.
De niño le escribí un poema a una niña
que tenía el corazón salido del pecho
en la garganta
olor de palabras azules.
Le dije que el poema lo había encontrado en el paladar de Toño:
el perro de la escuela que le mordía la cola a los niños
se lo entregué como si fuera un pájaro azul.
Un día ella terminó ahogando al pájaro azul
en la alberca de la casa porque no la dejaba dormir.
Nunca pude volver a mirar una alberca sin llorar.
No le he vuelto a escribir a nadie.
No he vuelta a amar a nadie.
Todos los pájaros son potencialmente poemas.
Todos los poemas son potencialmente cadáveres.
HACEN FALTA POCAS COSAS
PARA REALMENTE SER UN FANTASMA
Y EMPEZAR A JALAR PIES
versos de John
No tengo Netflix, no tengo novia
tengo peces en las manos
pero no tengo pecera ni agua.
No tengo alma ni ganas de comprarla
no tengo palabras y hago poemas
con los fósforos quemados del medio día
o con las cáscaras de los bananos podridos
que me lanzan los vecinos.
No tengo internet y le dije a la muerte
que le escribiría un correo por si cualquier cosa.
No tengo nevera ni tomates ni leche
no tengo congelador ni hielo
para esta hoguera que hacen los desterrados
en el centro del intestino.
No tengo cebollas pero sí ganas de llorar.
No tengo zapatos, no tengo balcón
no tengo perro para salir al parque.
Tengo ascensor privado pero no tengo apartamento
mentira, no tengo ascensor privado ni apartamento
solo tengo ganas de subir al cielo a matar ángeles
con mi cauchera y robarle las luciérnagas
que Dios le arrancó del corazón a los pobres
y luego colgó en el cielo.
Tengo una planta sin tierra
un ratón amigo con el que juego escondidas
y una colección de cucarachas debajo de la cama
que se tragan mis poemas.
No tengo Netflix, no tengo Faceboook
tengo este celular para escribir
pero no tengo palabras
y aunque descargué Whatsapp
no tengo con quién hablar
porque todos mis amigos me bloquearon.
Hacen falta muy pocas cosas para quedarnos solos.
Hace falta un poema para poder decir
que no pudimos con nosotros mismos.
Hace falta una palabra impronunciable
para finalmente dejar nuestra vida de lado
y empezar a habitar con los fantasmas del closet.
NO TENEMOS TIEMPO PARA REGRESAR
A DONDE NUNCA NOS QUISIERON
NO TENEMOS LA FUERZA PARA SALUDAR
A QUIEN NOS QUITÓ LA MANO
NO TENEMOS UN LUGAR DONDE SENTARNOS
SIN QUE NOS RECLAMEN LA VIDA
Morada es este camino de sombras y zapatos enterrados.
Mudanza es andar con los pantalones rotos
doscientos pesos en la billetera
y una foto a blanco y negro del cielo.
Familia son los tres postes que me esperan
con bolsas de basura
y el perro que no sabe mi nombre
pero me acompaña a llevarle flores a mi tumba.
Hogar es colgar una camisa al sol
y esperar que se seque
o se llene de moscas.
de “Cocinar no es para todos los poetas”
Nicolás Peña Posada: (Bogotá, 1991). Estudió literatura y artes plásticas en la universidad de los Andes. Cursó el diplomado en escrituras creativas en el instituto Caro y Cuervo. Actualmente, realiza la maestría en creación literaria en la universidad Central. Co-director del proyecto cultural Águilas y moscas. Sus poemas y cuentos aparecen en revistas virtuales y físicas (La Raíz invertida, Otro páramo, Sombra larga, Otra luz, El Espectador: magazín cultural, La Otra, Suma Cultural). Ha publicado el libro de poesía como tesis en literatura titulado Ciudad de perros y palomas (2015) y Mi madre es la única que lee mis poemas (2018).