top of page

Yo soy Satanás: relato de Jonathan A. Hernández

Diario El Sur, Jalisco



En la zona sur de la ciudad, en la colonia Cruz Roja, se encontró bajo uno de los puentes del canal, el cuerpo de una muchacha. Por el uniforme de la secundaria federal, se reconoció a Mariela Rodríguez, de catorce años, desaparecida tres días atrás. El cadáver mostraba señales de una saña demoniaca; los brazos y tobillos estaban atados a un alambre viejo y oxidado, las laceraciones sugerían que intentó liberarse al menos un buen rato. La cara había sido golpeada al extremo, llegando a un grado de deformidad increíble. Ambas cejas y pómulos estaban abiertos, lo que complicó el reconocimiento del cuerpo por parte de sus padres.


Los genitales y el ano presentaban severas escoriaciones. Según el análisis forense, la joven tenía al menos veinticuatro horas de defunción. Lo alarmante del caso es que, con este, ya son seis las jóvenes asesinadas en la ciudad, junto con el reporte de otras dos desaparecidas. Debido a los conflictos de los últimos meses, la autoridad teme usar la palabra asesino serial.


Exigimos al gobierno auténticas medidas de seguridad y una investigación exhaustiva para localizar a las desaparecidas y evitar, en lo posterior, que el número de muertes se incremente.




***



Yo soy Satanás. Un día desperté y ya lo sabía. No había otra explicación. Todas esas voces en mi cabeza, todas esas ideas donde dañaba a la gente y hacía cosas horribles, no eran más que el infierno hirviendo dentro de mí. Cuando era niño, una voz me hablaba ahí, en el cuarto, cuando todos se iban a dormir. Mi mamá siempre se ponía a rezar con nosotros, y yo le pedía a Dios que me cuidara, que tenía miedo. Pero no me escuchó ¿Cómo me iba a escuchar el cabrón si yo soy el adversario? Entonces la voz me ordenó que hiciera daño, que me revelara a este mundo como el anticristo. Iba al cuarto de mi hermanita ¿Seis, siete? Me metía en las cobijas y le tapaba la boca, la violaba, la violé muchas veces, cuando hacía ruido de dolor la golpeaba en el vientre, la amenazaba que la mataría con un cuchillo si decía algo. Mi madre se dio cuenta y trató de romperme la cabeza con una olla, entonces me fui de la casa. Todo por esa puta niña.


Viví en la calle entre la basura, por las noche escuchaba la misma voz, Tú eres el Diablo, me decía, cuando cae el sol eres invisible, no te entran las balas. Eso soy. Ahora lavo carros para ganar unos varos. Recorro la ciudad de arriba abajo. Una madrugada se me dio el prodigio. Un ruco andaba en su bici, a lo mejor camino al trabajo y me le aparecí así, de la nada, le hablé para detenerlo, ya ni me acuerdo que mentira le dije. El viejo se detuvo y se puso a pensar, entonces lo agarré, me le eché encima y le apreté el buche con todo mi odio. Muérete perro, le decía, muérete puto viejo. Hasta que se murió. Le revisé las bolsas, le saqué unos cincuenta varos y seguí. Luego las muchachitas. Las benditas muchachitas, chulas. Yo no sé qué madre las deja caminar solas en este mundo con el diablo tan suelto y tan ágil. Soy pura lumbre, me tomo algunas chelas, siempre lo he dicho, la cerveza es de Satán. Ya me siento fuerte y les llego, como lobo, las orillo, les tapo la cara con una estopa, patean, chillan, se ponen bravas. Pero luego se duermen, lloran en voz bajita, cuando despiertan en mi cuarto, cuando me ven afilando los cuchillos, cuando me quito la ropa, cuando les digo que las amo, que me voy a casar con ellas, que se duerman, que al día siguiente las voy a soltar en la mañana. Nunca despiertan. Las golpeo, las apuñalo, me las cojo con todo el rencor. Me encabrona que chillen, que me pidan que no las mate, me da más rabia y las golpeo con más ganas.


Yo soy Satanás. Yo camino por las calles escuchando cumbias y salsa, bailo, saludo a todo mundo, lavo los carros a cuarenta pesos, ayudo a las viejitas a cargar las bolsas del mandado, le digo a las muchachitas que se metan temprano, que no anden solas en la calle. Me dicen Pedrito. Y no hago mal a nadie. Aunque yo soy Satanás, a donde yo paso suceden cosas malas, accidentes, apuñalamientos, la gente a la que le hablo la contamino y se vuelve loca o le da cáncer. Soy Pedrito, me dicen, que guapo estás ¿Cómo va el negocio? El negocio de este mundo siempre me va bien.




***



Diario el Sur, Jalisco



La policía municipal realizó un cateo a un domicilio ubicado en la zona poniente de la ciudad. Respondiendo la denuncia de una vecina que señaló a Pedro S. como sospechoso de llevar jóvenes a su cuarto a altas horas de la noche. Además de un olor pútrido emanando del inmueble.


Al ingresar a aquel cuarto inestable de ladrillo sin enjarrar, los elementos del orden se encontraron con un escenario macabro. El lugar era un basurero, en un colchón viejo y roto se encontró el cadáver de Ana Luisa Blanco, de dieciséis, desaparecida desde el mes pasado. Con señales de brutalidad por todo el cuerpo. Además, el asesino habría tenido relaciones con el cadáver durante varios días. El cuerpo estaba en un avanzado estado de descomposición. Por el momento, se desconoce el paradero del presunto homicida.



***

Yo te lo dije, carnal, yo soy Satanás, voy discurriendo por el mundo, andando en el. Caminando de un lugar a otro, con mi cumbia y mi salsa, Pedrito me llaman. Pero tú y yo sabemos quién soy.









Jonathan A. Hernández (Ciudad Guzmán - México, 1988). Estudiante de medicina de la Universidad de Guadalajara. Escritor de distintos géneros literarios. Ha publicado “Manual para creer en un ángel” (Archivo histórico de Zapotlán el Grande, 2010). Ha sido antologado en: Chile del Terror Mare Monstrum (Austrobórea, 2017). Sus cuentos han sido publicados en la revista Valdivia Críptica (Chile, Números 2 y 3) Así como una participación en la revista literaria, la Taberna de Innsmouth N°1, de Cathartes Ediciones (Chile, 2017).








bottom of page