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Dadme tu espantoso silencio: tres poemas inéditos de Santiago Vizcaíno

TORPE GACELA LA PALABRA MUERTE

A mi padre, Francisco Vizcaíno

es espantoso tu silencio.

mar o viento alocados por la música desnuda.

si hubieras dicho: tomaré la noche / será polvo.

pero el mensaje decía: papá ha muerto, papá ha muerto.

fue el dolor violento del corte,

el rayo incrustado en el cráneo,

la pólvora cruel que explota en la memoria.

no dijiste: iré a palpar el aire, a jugar con el margen.

tu territorio ya no es mío / tu cuerpo es lava.

tengo ahora el frío de la sombra,

tengo ahora el temblor del día.

si hubieras dicho: tiéndeme la mano,

la mía estará sepulta.

sin embargo, te escucho,

tu risa es un avispero en el pecho.

dos cosas me significan:

la paz de tu rostro nunca imaginado

y el brillo de la estela de tu paso.

torpe gacela la palabra muerte.

turbia mirada la del abismo inesperado.

si hubieras dicho: me voy a poblar la arena, a regar el llanto.

¡tirita, imposible,

dios, tirita!,

no separes la voz padre de la voz hijo.

dadme tu espantoso silencio para hacerlo añicos.

FOOTNOTE PARA POEMA DE LA EMOCIÓN

Las palabras arden

en el umbral

de tu boca[1]

_____________________

[1] El poeta dice palabras donde debió decir fonemas o significantes, porque las palabras no son antes ni mientras sino después. Quizá balbuceo u orden impuesto, pero no palabras encerradas en la boca como moscas dibujadas en el aire. No palabras, no lengua anterior al otro. En la cadena del mensaje hay un origen torpe, atropellado por el sinsentido. Quien enuncia, lanza. Toda forma aceptada no es en él. ¿Qué es en él sino un espectro? Solo es palabra cuando es objeto, signo lingüístico. Por ahora no es nada, y sin embargo las palabras arden porque en la boca queman como el hielo seco. El que escribe no es un yo sino un tú que palpita. Todo lo que arde tiene que estar seco, aunque en la humedad de la boca la llaga del sentido duele. Las palabras arden dice el poeta y es solo una percepción exagerada, una hipérbole. Aunque nada arde sin una chispa. Cuando algo se enciende, el resplandor ilumina. En el umbral de tu boca las palabras se iluminan, debió haber dicho. Sin embargo, el poeta sujeta las palabras, las sustantiva, las dirige al umbral como se dirige a alguien hacia una puerta falsa. En ese lugar de tránsito ocurre una combustión. El que escribe ha puesto umbral en el segundo verso. Oh, gran revelación, quebrar el verso. Si todo poema es quiebre. Quiebre hacia el umbral de tu boca donde en verdad el acto sucede. Quién eres tú sino yo que retorna al origen. ¿Por qué tu boca no es mi boca que arde? O es la misma boca del poeta mirada a través de un espejo. El vocativo miente, hace de ti el lenguaje del aire que hierve.

[CASTIGO]

no, mamá, grité, y el agua se me introducía por la nariz

y no escuchaba si no el silencio moribundo de la ondas

sobrevolando lo inútil.

no, mamá, grité, y el cuerpo se helaba como una lengua cortada,

como una mano crispada, como el rictus del silencio,

como la cola de un perro, como una lagartija con miedo.

no, mamá, grité, y el pelo se ensanchaba sobre el agua y se esparcía

a través de la superficie,

y entonces tu mano empujaba hasta el fondo

y entonces todo se nublaba.

no, mamá, devuélveme el aire, la torpeza, el juego,

la posibilidad del llanto,

la virtud de la inocencia.

no, mamá, el tanque no, el agua no,

soy un niño de ocho años,

piensa, estamos solos,

soy un pez que sangra por la nariz,

soy un malcriado títere,

soy un trozo de carne triturada,

soy el tragaluz de tu desdicha.

aquí yazgo, mamá, esto no es un epitafio,

la luz bajo el agua no es una señal,

mis pies desnudos resbalan hasta la quietud,

no sé nadar,

no sé llorar sin respirar,

no sé pedir perdón

porque no tengo culpa

de haber nacido.

Santiago Vizcaíno Armijos (Quito, Ecuador, 1982) es Licenciado en Comunicación y Literatura por la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE). Cursó la Maestría en Estudios de la Cultura, Mención Literatura Hispanoamericana, en la Universidad Andina Simón Bolívar. Fue Becario de Fundación Carolina en la Universidad de Málaga, donde cursó un máster en Gestión del Patrimonio Literario. Es director del Centro de Publicaciones de la PUCE. Su primer libro de poesía, Devastación en la tarde, recibió el Premio Nacional de Literatura en 2008 por parte del Ministerio de Cultura y fue publicado por Dialogos Books (EEUU) en 2015, traducido por Alexis Levitin. Su libro de ensayo Decir el silencio, en torno a la poesía de Alejandra Pizarnik, obtuvo también el Premio Nacional de Literatura en 2008 por parte del Ministerio de Cultura. Recibió el segundo Premio Pichincha de Poesía 2010 por su libro En la penumbra. En 2015 apareció su último libro de poesía: Hábitat del camaleón (Quito, Ruido Blanco) y una plaquete de su poema «Canción para el hijo» (Lima, Hanan Harawi editores). Ha publicado un libro de cuentos: Matar a mamá (Buenos Aires, La Caída, 2012, 2015) y la novela Complejo (Cuenca, Buenos Aires, La Caída, 2017).

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