Necrósfera: fragmentos de la novela de Pablo Espinoza Bardi
CUANDO LOS PERROS LADRAN A LO INVISIBLE
Escribo. Escribo para mantener a raya mis demonios. Cada palabra, cada letra es un sello para apresar mi paranoia. Pero en ocasiones, mi mano duda, mi mano tiembla y la palabra se fractura. La palabra toma conciencia, gana fuerza y terreno… palabras de odio, rencor, palabras que bordean el extremo terror, penetran como dagas en la piel. Escribo. Escribo en la carne, ¡me cago en tu carne!, pues no eres más que un extremo sangrante, algo mórbido con un rostro desencajado; materia dispuesta para dar rienda suelta a mis voluptuosidades…… El terror, el terror de saber que la muerte no es el final, de saber que la CARNE se hace VERBO y habita entre nosotros. A mí me aterra cuando los perros ladran a lo invisible o cuando las moscas nacidas de una generación muerta se amontonan a los pies de una tumba. Oh sí… yo lo he visto, yo estuve allí, cuando el calor reventaba a los recién llegados en la necrópolis, cuando los efluvios se esparcían a diestra y siniestra y las moscas portaban el mensaje: El Evangelio. Aún escucho las campanas fúnebres diluidas por el viento, marcando el paso de la procesión, donde mujeres vestidas de negro lloraban la partida del angelito a través de casas acopladas como nichos en la periferia de la ciudad… la ciudad, la ciudad que es un cuerpo enfermo y sus habitantes son la herida que nunca sana; ¡Ignorantes todos ellos!, del alcance de mis protervas palabras.
UN HABITANTE DE CARCOSA: NECRONAUTA CUATRO
Conocí a otro viajero en esta ciudad. La magia negra lo había desintegrando por completo. Lo que aún quedaba de su cuerpo servía de alimento para una amplia gama de insectos. Se podría decir que su cuerpo se estaba fusionado con su entorno, a nivel molecular. Estar frente a él resultaba perturbador. Mirarlo a los ojos, si es que había algo allí que se podría llamar «ojo», era una experiencia nefasta. Me habló de los peligros que rigen y envuelven la necrósfera, de prolongar la vida o ganar algo de tiempo a través de la ingesta de carne humana, en las datas y equinoccios propicios. También me habló de la entidad-parásito llamada «¡Demencia!; el Rey pintado de amarillo», que había logrado hacer contacto con él gracias a la perfecta sintonía con la necrósfera, entrando y saliendo con éxito en los espacios exteriores, y que tuvo a aquella entidad como huésped dentro de él por un periodo cercano a seis meses y que además, gracias a la magia y el ritual, había podido contenerla, pero a un terrible precio.
Con un mecanismo arcaico de tipo medieval, a base de madera, hierro y poleas, avanzó hacia una esquina de la habitación, en la que una tenue luminosidad se filtraba desde el techo. Desde allí, me habló de su primer crimen, el cual estaba dentro de lo que podríamos considerar como un rito de iniciación.
»Tomé el hacha y entré al cuarto del viejo bastardo y sin decir nada le atiné en la cabeza mientras dormía. No se la partí y so me causó curiosidad. Saltó de la cama y cayó al suelo ejecutando un insoportable chillido, mientras retorcía su cuerpo como una lombriz. Puse el palo del hacha en su cuello y me senté sobre él para que dejara de moverse. Cuando perdió el conocimiento mi boca buscó su lengua, pero sólo pude cortar un pedazo con mis dientes y la sangre no tardó en salir. El pedazo de lengua lo tragué en un acto de enajenación. Ese fue el inicio de un viaje sin retorno.
Con su mano derecha tomó una navaja y rajando la piel de su pecho escribió: «SOLVE ET COAGULA», e inmediatamente tiró la navaja a mi pies. Un fuerte olor nauseabundo fue liberado de su boca al intentar soltar una advertencia o quizás tan sólo una carcajada, no lo pude determinar en el momento.
Recogí la navaja y me retiré de aquel moridero inclinando mi cabeza en señal de gratitud.
de “Necrósfera; Transmisiones desde la perdida Carcosa”
Pablo Espinoza Bardi (Arica, 1978). Publicó los libros de narrativa: Necrospectiva (2010-2014 y 2015), Cuentos de Gore, de Locura y de Muerte (2011-2015), La Maldición de los Whateley y otros Relatos (2011), Insectario (2013) y el poemario Urlo (2013). Algunos de sus textos han sido incluidos en: Chile del Terror «Una Antología Ilustrada» (2014-2015); Antología del MetaLenguaje (2014); Chile del Terror «Visiones Lovecraftianas» (2015-2016); Antología «Horror Bizarro» (2017); Antología «Horror Queer» (2017) y como guionista en el comic Pedro Corvo: Pampa Maldita, de Dark Rabbit Comic (2017).