Los gritos de la palabra: cuatro poemas de Daniel Chao
LA GRIETA
miré fijo en el cemento de las cosas y en la grieta miré y me vi en toda mi violencia insondable en toda mi rabia inhabitable sediento de engrosar el suplicio en la hendidura y dejar una cuña para que el tiempo escarbe mi vergüenza como el gallo con el que despierto desde que empecé a despertar cada día y todas las tazas en que bebo tienen agua de río con pirañas y ya las muerda o me muerdan ellas es la grieta de nuestra rabia que se engrosa profunda como profundo nos odiamos en el rojo y negro de nuestros márgenes lavo mi cara y mis manos al comienzo o al final del día -da igual- esa grieta negra en el jabón yo se la traje en manos y rostro me la amasó y frunció largas horas el gentío y la frotó contra otros distintos e iguales ahora yo amaso el jabón y ahí la grieta se la metí en la duramadre toda espumosa de engrupirme el mundo; de enseñarle sus malas palabras a mis nenes y después venderme el jabón para sus bocas y la moral para mi suficiencia así odio yo en la privacidad de mi baño en mi cemento así me quito el mundo del cuerpo como quitándole las malas palabras con jabón de la boca a un nene y ensanchando para siempre la grieta de toda otra palabra
LEOPARDECER I
leopardecer bajo la glicina porque en sus abigarres cortó a cuchillo al sol más fuerte el de mediodía y tu piel se arlequina se mixtura de entreluz de festejo y más el luto se te ciñe a la cruz del lomo más tu piel quiere y espera el sabor de las guirnaldas que se llueven no el de las ostias pálidas, no el de la penitencia sí el del sigilo echado pues leopardece y aguarda a que de su rama un sol de plumaje herido se lance a la sombra
LEOPARDECER II
ahora lo irreversible los incendios la marchitura entre últimos brotes ceniza de los cachorros leopardesa gime sin ton ni son merodea en la solitud floresta olvidará sus futuritos, sí con el mismo lloro que los llora renovará su celo, sí, pero no hay responso ni trazas de sigilo que aproxime a empardar manchas macho entre sombras con las de ella leopardesa eriza su lomo contra la noche vacía lunas en los iris vacía sigue y con miasmas en derredor y dentro
CORONACIÓN DE LA LLUVIA
batir un café y que llueva es, fue y será recordar
hipnotizado en las espirales de la cuchara y de lo pensado, me decía con aire sabihondo que recordar es, fue, será recordar-algo había salido al patio cuando caí en la cuenta
batir un café y que llueva es, fue, será recordar bueno, sí
pues ahora una gota se zambulle doradamente en la espuma que resolvía su quietud sobre lo amargo debajo, una negrura acidulada la diluye infinitesimalmente la espuma cesa de girar por completo “todo está hecho” quisiera decir pero sólo dividí un recuerdo en pequeñísimos sorbos y la espuma, que con esmero batí, que me detuvo en los lindes de la lluvia y venía a coronar lo amargo es una aureola moribunda, inalcanzada, en lo recóndito de la taza
Daniel Chao (Buenos Aires, Argentina. 1988) Estudiante de Filosofía. Ha publicado Crónicas de Segundo Semestre (Larvas Marcianas Editora, 2017).