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Jamás he encontrado una puerta cerrada: Cinco poemas de Carlos Katan

YO QUE ME CREÍA EL VENCEDOR

Yo que me creía el vencedor

campeón de todos los encantos,

invencible boxeador.

Que si soy noche

o estoy deshabitado

Que toco la puerta de los vecinos

desesperadamente a ver si alguno

tiene la llave.

Que soy hijo de sombras.

Que le temo a las tinieblas.

Que olvido mi nombre ante otro más grande.

Que no conozco el Tibet.

Que no soy Rafael Cadenas,

ni mucho menos Fernando Pessoa,

y que nunca escribiré derrota.

Que soy un imitador.

Que las correcciones ya están

anotadas antes de que haya

algo escrito.

¿Y si me creo un enigma irresoluble para mi terapeuta

qué?

Que soy el sí,

afirmativo sí de todas

las convicciones que no

se corresponden.

Que digo que no tengo casa,

pero que

Que soy yo,

a veces otro,

entonces me pregunto

¿Yo, que me creía el vencedor,

campeón de todos los encantos?

FORORO

Hoy mi primo

ha muerto

de hambre

Buscaba desesperadamente

un atajo al

paraíso,

encontró un tarro

de asfixia mecánica

a las 8:30pm

Lo que no sabe

el forense

es que mi primo

sólo tenía hambre,

que se ahogó

con el primer alimento

que pudo tocar

Lo que realmente

ignora

es en qué consiste

estar hambriento,

sentir que se

achican tus entrañas,

que el túnel

no tiene salida.

Reconozco su

cuerpo, los signos

de asfixia

son evidentes,

el hambre no se le ve

por ningún lado,

excepto en sus

ojos abiertos

llenos de terror

Ya ha pasado

una semana,

y me pregunto

si alguien sabe

dónde estará mi primo,

y si aún tiene hambre.

PAROXETINA Todo en mi corazón se pliega a la renuncia. Hay días que, como un ángel, son terribles. Sobre ellos se doblega una mano, se quiebra, allí, en donde un filo corta con exactitud lo ahogado. Un puño me contiene ¿Algo más qué decir?

VOCES Hay voces, voces que crecen en el oscuro útero nocturno del corazón, voces que hablarán con tu voz, que carecen de rostro, que no callan al mediodía. Que dicen de la noche susurros hambrientos, que claman tu sangre corriendo al latido de un sueño. Voces que nunca dirán por ti el verso sagrado: “Yitgadal veyitkadash shemeh rabah” Ellas se ocultan, a veces callan con ciertos (milagrosos) fármacos (paraísos artificiales). Voces que hablan más allá del tiempo, allí donde te ocultas de los tenues rasgos del amanecer. Hay voces que conocen lo que odias, lo que anhelas, que lo repiten, día tras día, implacablemente.

PÁJAROS I

La locura es un pájaro

triste

que no toca

la puerta.

Silenciosamente

se escabulle,

algunos lo confunden

con serpientes.

Sólo vuela

hacía el centro de la tierra,

allí, debajo del corazón.

Y anida

pacientemente,

esperando cruzar la línea

Para entonces será muy tarde,

ya todos conocen

tú canto de ave Marina.

Carlos Katan. (Caracas, 1992) Tesista de la Escuela de Filosofía (UCV). Co-fundador, editor y vicepresidente de Tesalia Editores. Sus textos han sido publicados en diferentes medios digitales. Ha publicado Impercepciones (2011).


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