top of page

Abrir los ojos es una desgracia: tres poemas de Roberto Valdivia

¿De dónde venían los soñolientos coros marxistas y sus letras en los cuadernos de los jóvenes hipsters, lindos ángeles que jamás habían levantado un martillo ni frente al bolsillo de una madre un domingo sin sol ni fútbol? ¿O de dónde venía el rostro enrojecido de pez globo a un lado del paradero escolar?, Juan, llena de fuerza y empatía con los chicos que marchan, la violencia de los que caminan hace que los cuadrados de las faldas de las chicas flameen como olas de mar, olas japonesas rebalsándose del cuadro en el restaurante donde los amos capitalistas las apresan. Juan, ¿Con que cara vienes a decirme que las personas son iguales? Y cómo me mientes al no decirme que en verdad lo que quisieras son algunos (nuevos) amigos con los cuales puedas intercambiar vinchas sudadas, hablar de cosas en clave por los chats un fin de semana, vestirte con una túnica negra y entrar a un edificio oscuro y salir con un extraño anillo en el dedo anular. Juan, ¿No bastan los conciertos de rock y los gorros siempre prestables de Lucas, mitólogo aprista o a Marcos guardando sus versos de Mirko Lauer impresos en hojas siempre guardadas entre las separatas de química y matemática?, ¿No te basta con los amigos de la cuadra? ¿Los pateadores de pelotas, las chicas estúpidas buscando un rostro en un charco de gasolina, la afiliación a un club de música ligera, tocar el violín los sábados?. Sabes Juan, las aves más estúpidas suelen ir en bandadas enormes ¿Alguna vez has visto volar a un loro solitario? ¿Alguna vez has visto a un socialista independiente? ¿Y Cómo rayos sentaremos a un obrero en nuestro consejo de ministros sin tener que guardar la mesa del buffet bajo el resguardo de nuestros más grandes camaradas? Juan, tú no sabes nada, pero ellos te sacarían los ojos para morder unas cuantas lentejas de tus dientes. O desnudarte. Al reverso de las pancartas los huelguistas guardan a las chicas de los periódicos. Como si ya no existiera la suficiente pornografía gratis en el mundo, ellos aún viven en el reino de Playboy Juan, que son puertas de baño que se agitan, manos grasosas y cansadas por qué? Nunca, nunca dirán. Escúchame. Nadie es igual a nadie. Y yo no me rompería los dedos machacando estos clavos con las cabezas de estos martillos, porque no nací debajo del sol y mis ojos en el verano a veces necesitan lentes oscuros para sobrevivir. Tengo la mirada suspendida hacia la aventura, por supuesto, rayos de sol revotando en los mismos lentes, la mirada cubierta a los bovinos enemigos de nuestra época pequeña Juan; una peluca de Virrey en la gaveta de mi auto imaginario como una metralla en la maleta; una Colt en mi bolsillo izquierdo para mis amigos de cinco ojos ¿A dónde se fueron los buenos hombres que nos enseñaron las copas calvas de sus cabezas desde altitudes como de montañas, hombres definitivamente mejores que nosotros, algunos de los cuales enloquecieron y tuvieron un día que volarse la cabeza o meterla en un horno microondas sin escribir un haiku despidiéndose?, y por lo cual nosotros, ¿Con qué vergüenza respirar? Elefantes frente a los mamuts de Creta. Juan, dejamos que a nosotros lleguen las migajas de un paraíso pasado por coladores. Y la misión es levantar la cabeza sobre las del resto, conseguir el apoyo del ejército, desaparecer a los revoltosos en el sótano de un estadio, con la peluca de virrey puesta nombrarte primera dama, delegar a Lucas a un país del lejano oriente, a Marcos de presidente del “congreso”. Todos los chicos lindos bailan alrededor de la fogata, y en la fiesta las niñas lindas siempre tienen el nombre de “democracia” que como todas las chicas excepcionalmente hermosas, es imposible acercarte sin tragar saliva o doblar algunos ligamentos del estómago, y a democracia le queda irse sola y aburrida de la fiesta, escoltada probablemente por un señor vestido de negro en una limosina larguísima y monitoreada por el pentágono. Juan, todos los chicos lindos rezan con los dedos puestos en las estampillas de la democracia, y se memorizan sus artículos incluso sobre servilletas mientras comen. Aburrida Juan, tú dime, ¿Qué tiene la democracia, que no tenga yo? ¿Una guardería para bebés con filtraciones del bulbo raquídeo? ¿Una sonaja saborizada a Vodka? Hazme el favor, y apila estos libros bajo tus pies y asómate al otro lado del muro. Debe de llover pronto, y si hay manchas en el cielo habrá que anotarlas en la libreta. Ni siquiera las estrellas brillan parejas, y no nos atrevemos a decir que todas valen lo mismo, que dos soles son necesarios y con esa imagen te dejaré sentada y molesta, en el cielo una estrella respondona se convierte en un nuevo sol, justo al extremo contrario al nuestro, e inmediatamente las paredes de tu casa y tus amadas mascotas y yo y tus mejores libros y finalmente tu cuerpo y tu mirada son despedazadas en mitades idénticas por la fuerza del nuevo sol (el guerrillero usurpador) en el cual orbitan réplicas de antiguos seres completos, páginas de novelas sin final, mancos de la mano izquierda separados de su parte derecha, basura interespacial al lado del farsante, Juan. No iluminemos nuestros pechos al reino de los idénticos. Viva la quinta república española. Vivan las provincias nunca del tamaño del reino peninsular. Viva la bandeja de oro en el patio de Versalles. Viva el Atlas cargando el mundo. Viva el quinto corazón de Rockefeller. Viva el cabello-antena de Alfalfa, el cual revisto de ge para alzarme unos centímetros encima, en la foto, sobre ustedes, mi pobre pandilla.

 

estás saliendo con alguien y es maravilloso los 16 años sobre tu hombro escuchas los sonidos de tantos grupos de rock que te dicen que está bien y es muy genial lo que estás haciendo pero muy dentro sientes que estás rompiendo platos que estás encima de una mesa comiendo las cebollas robadas de la alacena de mamá y mamá llegará en cualquier momento para decirte que ha estado mal lo que has hecho cuando caminábamos en los días antes de los grises nuestro amor era lo más parecido a jugar como un niño no no no era un asunto de broma específicamente no claro que no jugar es tan serio como actuar pintar o escribir para un niño y niños éramos y avanzábamos con la fuerza de no saber nada y querer probarlo todo tantas veces creado el mundo y una vez más merecía estarlo una vez más porque era otro mundo el que nacía de nuestros momentos y completamente distinto a todo se elevaba ah nuestros globos de helio ahh nuestros maravillosos planes anti-todo ahhh y la ensoñación tan inteligente de parecer distinto porque si nuestro amor no era diferente no era nada y me preocupaba que hubieses amado a alguien igual que a mí o que hubieses llevado a alguna chica a ver las mismas películas que a mí o tendidos en un parque le hubieses dicho las mismas palabras que me habías dicho, cuanto valdrá un te amo a los ocho años? pero evidentemente ahí no estaba el amor pero al inicio el amor era así un juego serio de roles muy serio que a veces pesaba tanto ´pero eres joven´ ´nadie es serio a los diecisiete años´ ´que bien huelen las cervezas en sus vasos una tarde de junio no?´ optaba por romper los platos en tu cara y pensar que lo maravilloso era fuego no en verdad no lo pensaba la perspectiva me lo dice pero no lo pensaba nuevamente no sabía nada no sabíamos nada me dijiste ´la única real diferencia entre un adulto y nosotros, a excepción de las obvias características físicas de la edad, es que nosotros no sabemos nada´ claro y recordaba el miedo al abrirte y abrirme por primera vez o mucho antes a que bajarás tanto por mí pero optaba por romper los platos en tu cara ahhhh es gracioso encontrar problemas cuando eres tan feliz que no te das cuenta de nada un amigo tuyo te dijo me contaste ´uno debería morir por exceso de felicidad´ recuerdas recuerdas recuerdo el rostro de ana frank en su foto ´quisiera verme así siempre entonces tal vez un día iría a hollywood´ entonces me dijiste que querrías morir conmigo en un auto como en there is a light that never goes out pero solo reíamos y rompías los platos y yo rompía los platos te gustan los colores de los indios pieles rojas destrozando el campamento? me gusta estar vivo, mateo ahhhhh pero nada era real en ese momento es decir era bonito tener una llama pero las llamas no existen las llamas mueren y las personas siguen continúan iguales con los reflejos de las llamas con los materiales de las llamas ambos lo sabíamos tu decías a veces estoy tan aburrido querías romper platos solo para hacer sonar algo lo sabía me daba cuenta así que te perdoné tantas cosas sabes todos ven a un niñito llorando cuando dices ´voy a irme bueno voy a irme´ cuando nunca has temido por tu vida entonces es fácil irse cuando nada ha aparecido sino la felicidad y las estrellas ahora que conocemos la muerte que la miramos como un plátano helado apuntándonos desde donde no sabemos nada ahh has pensado en la edad de oro? has pensado en la inmortalidad? has pensado en dios? yo te amo Mateo, preocúpate de las personas que mueren preocúpate de los desaparecidos preocúpate de tu gato incluso si estás girando si estás conociendo aun la vida solo con la fuerza impredecible del atrevimiento allí me empujé a seguir adelante allí me atreví a donar mis huesos pero que hermoso el haber sido niños el serlo a medias aun mientras dormimos y despertamos seguros verdad? pero que hermoso duerme duerme llora llora todos somos serios a los diecisiete años todos crecemos a los diecisiete años todos escuchamos demasiado bien y creemos mirando las nubes apuntándolas con un punzón afilado al vientre de nuestros arcoíris

 

La vida es naranja. El color de las manos y el de una fruta redonda y recién lavada. El tiempo es celeste y líquido, el producto de una tubería rota que inunda la tierra. Las cabezas de las personas a lo lejos es granate. El aburrimiento es sin duda, blanco. La tos es blanca, la tos es una luz blanca dando saltos como los del recorrido de una cordillera. La enfermedad es verde. El descanso y la calma son lilas. La cólera no es roja, es rosada. El sexo es fucsia. El rojo es la espera. La memoria es gris. El recuerdo es mostaza. Creo que el amor es amarillo. La muerte es amarilla. El amor y la muerte son amarillos. El amarillo de la muerte es un amarillo extenuante, voraz, el que cae sobre la sien durante las tres de la tarde un día de sol y solo puede conducirte a la derrota. Pienso en un espartano varado en la ciudad de Lima. Digo varado porque el calor y la luz del sol lo inmovilizarían hasta obligarlo a detenerse como una estatua de sal, una estatua que no ha volteado en ningún momento hacia un incendio sino que es un incendio y una pira en sí misma. El amarillo del amor es un amarillo tenue. Una servilleta en la alacena de una abuela amorosa. Los conejos podrían ser amarillos. El amor son dos conejos amarillos saltando y una nube diciéndoles: escapen del sol, bajo el árbol hay sombra. El amarillo del amor incita a la almohada, al descanso, pero no es descanso, una breve levitación. Suspenso. Artaud decía que la muerte es verde. Pero Artaud era viejo cuando dijo eso, y no esperaba más del día siguiente que desaparecer. Todos esperamos desaparecer pero la juventud tiene guardada para nosotros una sonrisa estúpida frente al gatillo. En una cena un joven se para en la mesa y pone la pistola en la sien, “quiero que esto no sea tan difícil”. Y siempre es una broma. Los enamorados fugitivos son una broma. Los movimientos revolucionarios son una broma. Los artistas de vanguardia son una broma. La juventud es una fiesta en la que despiertas solo en un rincón que ya no reconoces y alguien te dice (una voz desconocida) no debiste aventarte de ese edificio. La muerte de Artaud es verde y es el único color que deba tener. Mi muerte es amarilla y mi amor igual. La sonrisa me alcanza y seguramente la fiereza de la muerte en mi es juventud, un país donde la intensidad del amarillo es lo mismo para vivir que para morir.






Roberto Valdivia (Lima.1995) Poeta y editor en Sub 25. Ha publicado [MP3] (Editorial Gigante, 2014) y proyecto virtual Salinger (salingerpoesia.tumblr.com) en 2015.


Etiquetas:

bottom of page