Hospicio: cinco poemas de Gladys González Solís
BLINDADO
aprendí
a robar
a mentir
a esperar
el momento adecuado
a observar
los gestos de desencanto
para reconocerse y extraviarse
conseguir
algunas horas de calma
dejar que los extraños
me protejan
como si fuera una pieza de museo
como si fuera
parte del equipaje
sin dinero
sin grandes promesas
solo la imagen
de un escombro
apoyado en otro.
VIDRIO MOLIDO
el aire de esta casa
se vuelve repulsivo
soy un trozo de carbón
ovillado y ardiendo
solo logro
perder el equilibrio
y caer hecha cenizas
tiznando esta cama
esperando más dolor
envuelta en analgésicos
y botellas
de agua mineral
solo puedo
levantar la cabeza
para ver esta escalera
angosta y pequeña
en la que todas las tardes
la luz se extingue
oscureciéndolo
aún más
todo
quisiera desaparecer
en lo negro
adherirme a la pared
perder los sentidos
sentir la noche
en sábanas limpias
meter la mano
dentro de mi cabeza
y cubrir
con los ruidos de la calle
los túneles de esta memoria
quiero que el tiempo pase
que la sangre de mi brazo
ya no sea
un hervidero mutilado
quiero abandonar
este colchón
en el suelo
esta habitación
esta miseria
cuando cruce
la puerta de escape
nadie
volverá a comprarme
por un baño caliente
papelinas
y alcohol
nadie
volverá a levantarme la voz
ni tocarme
como si fuera un cadáver
nadie
puede enseñarme
lo que es caminar
sobre vidrio molido
lijando
las aceras
con la palabra
sobrevivencia
lentamente
desapareciendo.
TRAZADO
el dolor en el pecho
solo aparece
algunas noches
cuando regreso
a esa guerra perdida
hace años
ya no hay cansancio
ni grandes equivocaciones
ni carreras sin final
contra la pared
por ahora
la sangre sigue su curso
hacia atrás
aquí
el cemento
aún
está limpio.
DESPEDIDA
me recuesto en la cama
mirando el techo
estas murallas
llenas de papeles adhesivos
escritos
tachados
abro
y cierro los ojos
encegueciéndome
con la luz de la ampolleta
salgo y entro al pasado
sin deseos de hacerlo
como un efecto
de esta despedida
que no tengo deseos
de perseguir
estiro un brazo
y observo mi mano
su aspecto
no es el que recordaba
una mano huesuda
venosa
los dedos engarfados
las uñas amarillas
tres nudillos rotos
el temblor intermitente
del alcohol
y la abstinencia
no tengo deseos
de jugar en la oscuridad
solo quiero estar aquí
observando
mi mano
las citas y fechas perdidas
que alguna vez
me comprometí a cumplir
y que dejé abandonadas
quiero dormir
hasta el día siguiente
sin despertar con resaca
con los ojos pegados
por la pintura negra
y los labios quemados
ya no quiero
estar en batalla
conmigo misma
tan sólo quiero
no levantarme de la cama
descansar
de estos últimos años.
ÚLTIMA NOCHE
Me hablas a mí
De hombres oscuros
Que llegan
a la barra de los bares
Pretendiendo beber
A costa de quienes
Guiñan el ojo
En la presa equivocada
Y terminan arrastrándose
Hacia la puerta
Tarareando cuchilladas
Entre los dientes
me hablas a mí
de hambre
cuando solo el olor
del aceite
de los mercados
saciaba el apetito
y daban ganas de llorar
por el asco
me hablas a mí
del miedo
de la paranoia
del terror
a entrar
en una cabina telefónica
para esperar un automóvil
con las marcas de la muerte
no me hables
de lo que se siente
cuando te rompen el corazón
después de bajar la guardia
y el sudor
te arrastra bajo tierra
a un pozo encementado
no me hables
como si fuéramos niños
dejando migas de pan
en las calles
para encontrar el camino
a la cordura
sólo encontramos
hoteles sucios
y malos negocios
al guardarlas en los bolsillos
déjalas ahí
para que sean alimento
de las cucarachas
que se esconden
entre las fisuras
del concreto
no me hables
mientras bebo
no me interesa
escuchar a alguien
decir lo mismo que yo
-mirémonos
en el espejo de los licores
una conversación silenciosa-
observa a los demás
todos sienten lo mismo
un perro rabioso
les arrancó el amor
de las manos
ninguno
tuvo el valor
para mirar de frente
a la eternidad
ahora
se quejan
como tú lo haces
de que nada tiene sentido
de la desilusión
del desencanto
de las formas en las cuales
se suicidarán
para vengarse
no me hables
de segundas oportunidades
porque son
las que siempre
duelen más
si quieres
improvisamos una canción
para que todos puedan llorar
mientras reímos
sarcásticamente
si quieres
golpeamos las mesas
de esta cantina
o subimos al centro
a buscar balas perdidas
en las esquinas
porque da lo mismo
ya no queda nadie
a quien le importemos
no me hables
de hijos
de llevarme lejos
y protegerme
de mí misma
no me hables
de la civilidad
de los trenes amarillos
de la seguridad social
del frío
que hace explotar
las tuberías
yo soy un mounstruo
y esta selva
de boxeadores viejos
es mi jardín secreto
y mi familia
no me hables
de corazas
de rencores
de odios
yo
sólo tengo
mi reputación
que es la llave
para que las navajas
silben en el silencio
que dejo
tras de mí
no me hables
de amor
de seguirte
a otras ciudades
de conseguirme empleo
y matrimonio
yo solo
voy detrás
de quien me siguió primero
de quien me cuidó
y me dio un lugar
en su pobreza
de quien trinchó
con sus dedos
los trozos de vidrio
de mi destilado
para que siguiera bebiendo
no me hables
por favor
que duele
tanta falsa rudeza
y los amigos van cayendo
uno a uno
enredados con la saliva
esto
es lo que dejaste
para cultivar
esto
que te asusta
demoró años
en volverse
tan severo
tan crudo
tan inclemente
no te acerques
muchacho
que las luces rojas
de este barrio de negros
comienzan
a caerte encima
ya no eres invisible
cuando caminas
junto a la grasa
estas arenas movedizas
solo son
para los que tienen
un cajón desvencijado
lleno de promesas
de la peor clase
para no naufragar
para los que arden
en el reflejo de los cristales
de un hotel
durante una tormenta eléctrica
sin saber nada
el uno del otro.
De Hospicio (2011)
Gladys González Solís. (Chile) Poeta, Licenciada en educación y Pedagogía con mención en Castellano por la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación (UMCE), Diplomada en Fomento y promoción lectora en literatura infantil y juvenil (Pontificia Universidad Católica de Chile), Magíster en lingüística y Doctora en Filosofía y Letras mención Filología Hispánica (Universidad de Valladolid, España). Es gestora cultural independiente, dirige la Feria del Libro independiente de Valparaíso y también dirige la editorial Ediciones Libros del Cardo. Su obra ha ido publicada en antologías de Chile, Argentina, México, Polonia, San Diego, Nueva York, Nicaragua, Alemania, España, Cuba, Perú, Suecia, entre otros. Ha publicado los libros "Calamina" (Ediciones Libros La Calabaza del Diablo, Santiago, Chile, 2014); "Vidrio Molido" (Compilación, Ediciones Libros La Calabaza del Diablo, Santiago, Chile, 2011); "Hospicio" (Ediciones Inubicalistas, Valparaíso, Chile, 2010); "Aire Quemado" (Ediciones Libros La Calabaza del Diablo, Santiago, Chile, 2009); "Gran Avenida" (Ediciones Libros La Calabaza del Diablo, Santiago, Chile, 2004); "Papelitos" (selección, Crunch! Editores, México, 2003) y "Papelitos" (selección, Eloísa Cartonera Ediciones, Argentina, 2002)