top of page

Cinco poemas, comienzo de Lengua de señas de Enrique Winter

DESPLIEGA ALAS DE SERRUCHO

clavos entre las plumas brinda

a la luz de las velas

luego la roja

hinchazón de la vaina

y del cuchillo

tela rasgada

AQUÍ SE ESCULPE CON LOS OJOS OÍDOS

ojalá las imágenes se basten a sí mismas

pero lo que dicen es y debe ser

otra cosa

del dueño amando hasta el olor de los billetes

se los refriega por la trompa y los párpados como un artista las teorías

en boga nada malo si mantuviera los ojos semiabiertos y la nariz

parcialmente despejada

como este día en el puerto un buque

de carga se agranda conforme pierde definición la tarde

y trae a dos mil asilados

esto se trata de dos amigos que conversan de otra cosa

mientras gozan las imágenes que trafican láminas del álbum

de fútbol o monitos que incluyen la faltante para completarlo

fotos del fin de semana en la playa de un cumpleaños familiar

si no olvidable de exnovias que renuevan su ricura

desde el paso del tiempo y bajo el humo del asado o del cigarro

del catálogo de autos que jamás podrán comprar de pin ups

u otras bagatelas del recuerdo

y el recuerdo puede ser instantáneo

esto también puede tratarse de una madre y un hijo

o uno solo de los amigos conversándose en voz baja

mientras las imágenes se le traspapelan echado en y de un hotel

de la ciudad donde vivió toda su vida

POR CAPAS EL MAR VA PONIENDO EN EL SOL

el recuerdo del recuerdo de la luz

sábanas que descorren la leche derramada

en el braceo

y una nueva oportunidad para entenderse

en pares trae la noche

que toca a los actores secundarios

adónde miran los protagonistas confluirán sus aguas

servidas de café o té verde

en algo como el mar sal de los ojos

sal de quien mira atrás

las sábanas la leche o por la tarde

por capas la pintura va poniendo en la tela

el recuerdo del recuerdo de la ola

luz derramada de interrogatorio

qué nos quiere decir el retratado

si ahora mira como no podría

una quietud inquieta

le inquieta acaso hueso o solo humus

cuando contempla inapetente

la arena que no está en las córneas de quienes lo indagamos

aprieta el pecho y se parece al hambre

en un idioma que no habla el castellano se refugia

en un castillo y castra

el color es la costra o su accidente

braceando los actores secundarios

una piscina roja con los muros marrones

el nácar raspa un hueso día que al sanar la carne oculta

como su mano sobre el pecho

nada en la tela que respira

mano distinta sin tomarla

entre las nuestras ni juntarnos

en la playa por un café por el té de las cinco

esa mano en el pecho de la tela

que no damos ni nos busca

UNO ELIGE UNA MANO QUE ATRAPA UN PÁJARO

el pájaro es uno









PERFIL ACTIVADO SILENCIO

a olfatear lentamente porfa

con la cautela de quien toca

el primer chanchito de tierra

o paga en moneda extranjera

los ojos ruedan con el bicho

bolita en los billetes chicos

del capital en otro cuerpo

y el propio permanece quieto

es la manzana sin mascada

si no se muerde la manzana

el aire no la pudre espera

la cáscara es la resistencia

De Lengua de señas





Enrique Winter (1982) Ha publicado en diez países los poemarios Atar las naves, Rascacielos (traducido como Skyscrapers), Guía de despacho y Lengua de señas (como Sign Tongue), y el disco Agua en polvo, reunidos en Primer movimiento, Código civil, De ruidos para construcción y orquesta, Nunca aprendimos a saltar la cuerda, Puste spacje, Suns y Oben das Meer unten der Himmel, además de la novela Las bolsas de basura. Traductor de antologías de Charles Bernstein y Philip Larkin, ha recibido los premios Víctor Jara, Nacional de Poesía y Cuento Joven, Nacional Pablo de Rokha y Goodmorning Menagerie Chapbook-in-Translation, entre otros. Columnista de El Desconcierto y Vallejo & Co., fue editor de Ediciones del Temple y abogado. Es magíster en Escritura Creativa por NYU y coordina el diplomado homónimo de la PUCV.


bottom of page