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Están bombardeando Europa: cinco poemas inéditos de Marcelo Aguafuerte

VIVO DE MANERA ABSURDA a base de spaghetti y Mozart

lejos de quienes amo, como parte de un estudio

de naturaleza muerta. No creo en nadie aunque a menudo

una especie de divinidad ad hoc me sería valiosa

Cerca de la almohada, mal cubierta por una postal

de un desnudo de Manet, hay una mancha de humedad

de un leve tono rosa que nimba sobre mi cabeza

Podría ser una señal, un ídolo o algún reclamo

Hay quienes compran bragas de segunda mano en Internet

Si tuviera que explicar por qué esta inmolación social

me haría el místico o saldría de marcha

Afortunadamente, a nadie le interesa

Quien tenga éxito en ciudades deprimidas

dominará la tierra, como la comida rápida, las cucarachas

Sueño con vegetar en mi país a modo de crisálida

o de ganso, dilapidando el subsidio de desempleo

Aunque lo mío es que todo vaya mal

Son las diez de la noche y es mi día de descanso

Día de letargo donde puede reposar hasta el deseo

Difícil camuflarse entre este ejército tan rubio y pálido

Esperaré el carnaval igual que una epifanía

insatisfecho y lleno de pulsión sexual

Mañana esos traseros se pondrán de nuevo en movimiento

Allá fuera y pese al frío, encontrarán un nido cálido

donde amar en compañía. Ojalá me diera igual

Aterido y con pinta de extranjero es un infierno

resguardarse en cualquier bar y darse a la bebida

Hablar inglés no facilitará las cosas

Las minifaldas de las rusas son tan angustiosas

con sus cortes atrevidos

capaces ellas solas de arruinarle a uno la vida

En mi psique, la función de la casa de Dios cobra sentido.

DOSTOYEVSKAYA - ULITSA DYBENKO (Достоéвская - Улица Дыбéнко)

Al atardecer, en las profundidades de la ciudad,

igual que una colonia de plancton buscando

intervalos de luz, agonizo entre una masa humana

concentrada en sus flamantes iPhone

Intento dejarme llevar por las sacudidas del metro

Los ojos de la gente son de un intenso azul

Como gatos asustados miran hacia un punto muerto

cuyo vacío es dominado por infinidad de ácaros

Más allá de ellos, hay un mundo en suspensión

Rodeado de chicas, podría sentirme bien

Todos necesitamos a alguien a quien amar

Una atmósfera de indiferencia las hace aún más bonitas

Me entretengo inútilmente en buscar una reacción,

un gesto, algo mundano, un encuentro cara a cara

Por supuesto, estoy fuera de lugar

Lo que para mí constituye el único acontecimiento humano

para ellas es tan solo un entremés entre acto y acto social

Ahí fuera, en alguna parte, alguien las espera

Nada en sus rictus parece adivinarlo

pero tal vez sea ese el secreto de la felicidad.

CUÁNTO SUFRO CON LOS CUERPOS semidesnudos

de las chavalitas, esos cuerpos amarillos

redondos e inmorales como plazas de toros

Las veo en verano camino de la playa

haciendo embudos en recintos musicales

con sus bolsos y sus cabelleras

Formas precoitales bajo shorts en cuya piel

la luz prospera sin estorbo

Yo me arrastro entre las carpas con la mano en el bolsillo

medio borracho, como una cucaracha asustada

persiguiendo sus siluetas sobre el pavimento

Refugiado en la sombra, la mirada gacha

Alguna me intercepta, pega un grito

y echan todas a correr, despavoridas

(visión terrible de la carne en movimiento)

Las veces que consigo no pensar en ellas

vuelvo a ser feliz y asisto, en una parusía,

a los estadios primarios del universo

Millones de neutrinos perforan nuestras cabezas

El corazón bombea, en su circuito, 8000 litros

de sangre cada día

En las profundidades del océano

los caballitos solitarios se mueren de tristeza

Deberíamos habitar espacios paralelos

como los corderos y los lobos

Confluir en las mismas coordenadas

es una experiencia aterradora y destructiva

Aguantaré tal vez, no sé hasta cuándo

Igual que Edipo, me desgarraré los ojos

En el camping, expuestas al sol

con una incongruencia encantadora

emiten carcajadas infantiles y se estiran

cargadas de sexualidad, menstruando

Como seres mitológicos mitad mujeres

mitad niñas

Sus macarras impúdicos y flacos

exhiben las costillas

En las tiendas, les pasan porros y botellas

Luego se las tiran en los baños públicos

o en los colchones hundidos de sus habitaciones

mientras sus madres les preparan la merienda

Siempre preferí la discreción de la vida privada

Privada ya de todo, he de admitirlo

En casa y a oscuras el recuerdo de ellas

se vuelve un gruñido cavernoso del cuerpo desvalido

Algo se desbarata y emana bajo la piel

Hablan de paraísos. Sé que existen

pero verlos es demasiado doloroso

¿Por qué la vida es tan cruel?

ESTÁN BOMBARDEANDO EUROPA y sé que estás ahí

en alguna parte, bajo toneladas de escombros

Unos chicos prenden fuego a un perro callejero

y yo compro chicles en una tienda de comestibles

repleta de gente del Cáucaso

La vida transcurre con una normalidad insultante

Pero me llegan las noticias de tu pérdida igual que una lluvia ácida

Levanto un bloque de hormigón, estúpido acto simbólico

Tú ya no estás más que en el recuerdo

Te desenvolvías tan bien en la sociedad occidental

Voy a vegetar en Rusia pensando en nosotros

Hubo un día en que éramos razonablemente felices

Dos seres humanos reales, capaces del amor

Nuestros órganos se desperezaban, estaban llenos de sangre

Los sentidos reaccionaban ante estímulos complejos

Ahora tan solo interviene un puñado de músculos

El cuerpo apenas transpira bajo la sábana

Aumenta levemente el ritmo cardíaco. Es todo

Un acto de fe, absurdo y funcional

En mitad de la noche, bajo esta atmósfera de irrealidad

cubro con la mortaja los restos de una masacre.

ES LA UNA DE LA MADRUGADA DE UN MARTES

Desde mi cama oigo a las cucarachas

deslizándose en la oscuridad del piso

Mi insomnio es su peor pesadilla

También la mía, por otra parte

No obstante, encuentro cierta satisfacción

en machacarlas con mi bota

como hacía Francis Drake con los españoles

Son los daños colaterales de la emancipación

Sacrificios necesarios. Lo llaman la aventura personal

No lo creo. Más bien parece una degradación de rango

Una suplantación de nuestros roles

¿Qué hay más allá de la adolescencia?

Debimos haber pasado por rituales de iniciación

Nadie nos hizo una ceremonia de pubertad social

Los guerreros Sambia se ponen ciegos de semen

con 13 años. A los 30 Cristo se dedicó a otra cosa

y le fue bastante mal ahí fuera

Entre la búsqueda de la verdad y el doctorado

alentados por las ruinas de la sociedad del bienestar

construimos una ficción perfecta y armoniosa

igual que esos autistas escondidos en armarios

Después ya es demasiado tarde para todo

En el ocaso de la juventud nos empeñamos en vivir

como si fuera el último momento y, por supuesto,

agonizamos, nos volvemos complacientes

Carecemos de actitud. Viajamos en avión cabeceando

en los asientos, prendados de las azafatas

Mendigamos ese paraíso artificial arrebatado

Un poco como esta pequeña que se debate

agitando las patas, con su abdomen solapado

por unas alas casi siempre inútiles que recuerdan,

sin embargo, un pasado esplendoroso

Pero ésta es nuestra era. El universo como obra de arte

La aplasto lentamente mientras mueve su boquita

con todos esos filamentos. Destellos de desesperación

Es posible que quiera decir algo

Así es como se vive el último segundo de una vida

No hay otra manera

Es la una de la madrugada de un martes

Desde mi cama represento una ficción,

una quimera, un desdoblamiento algo suicida.

Marcelo Aguafuerte. (Nizhni Novgorod, Rusia. 1987) De ascendencia portuguesa y gallega deportada durante la guerra civil, tras la caída de la URSS, emigra junto a su familia a España. Estudia filología hispánica, cursa estudios de doctorado, hace tres másteres, estudia idiomas y recibe algunos premios literarios (el último, el Premio Nacional Miguel Hernández), gracias a los cuales consigue trabajar como reponedor de chanclas en Carrefour. Actualmente busca cómo escapar del país. Si alguien tiene ideas extremadamente económicas al respecto, el autor estaría sumamente agradecido de oírselas.


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